Las botellas de plástico, las señales de tránsito descartadas por su tiempo de uso, y hasta el concreto son aprovechados para prolongar su vida útil y reducir los impactos al medio ambiente.
En medio de los trabajos de adecuación del patio taller de la Primera Línea del Metro de Bogotá, en Bosa, las botellas de plástico, las señales de tránsito descartadas por su tiempo de uso, y hasta el concreto son aprovechados para prolongar su vida útil y reducir los impactos al medio ambiente.
Y es que elementos como los “maletines” viales y colombinas de señalización ahora sirven como materas para la siembra de huertas ecológicas en las cuales se cultiva lechuga, espinaca, papa, fríjol, cebolla, tomate, aguacate, arvejas, rábano y mango.
Gracias a este proyecto denominado ‘Plantemos con amor’ los trabajadores, responsables de los cultivos, aprenden más sobre el cuidado de la huerta y el cultivo de alimentos, además de poner en práctica su compromiso con el planteta.
Así mismo, por medio de esta práctica se hace uso de las botellas plásticas y tubos de PVC donde vienen los rollos de geotextil, destinados para la construcción de la plataforma del patio taller, como materas para plantas ornamentales y aromáticas, cumpliendo el objetivo de la siembra sostenible y el embellecimiento del campamento.
Las actividades de reaprovechamiento de materiales para la siembra de especies, que llevan desarrollándose en los últimos meses, han permitido que los trabajadores logren crear un cultivo en 30 materas. De esta forma, el compromiso de los integrantes de esta iniciativa ecosostenible será premiado cuando se dé la cosecha, ya que podrán disfrutar de alimentos saludables producto de su dedicación y esfuerzo.
Esta actividad nos ha permitido investigar en cuanto al cuidado y cultivo de algunos alimentos y así agrandar la huerta (…) también nos ha ayudado a conocernos como compañeros de trabajo, mientras cuidamos el medio ambiente, salimos de la rutina del trabajo”, agregó Jhon Hernández, líder de ‘Plantemos con amor’.
Sin embargo, esta no es la única actividad de reciclaje de materiales que se desarrolla en el campamento, ya que el concreto sobrante que sale de la fase de laboratorio se reutiliza para la de elementos, de forma rectangular y que son pintados de negro y amarillo, para ser utilizados en la canalización y delimitación del tráfico en las zonas de ejecución de obras.
Esta iniciativa, promovida por el personal de calidad permite, también, fabricar postes para poner las varillas y carteles con las señalizaciones que requiere la obra. Gracias a esta acción se reduce la compra de los “maletines” plásticos y, por
tanto, la huella ambiental de los residuos de concreto.
La implementación de estas actividades es importante no solo para promover el trabajo en equipo, sino también para concientizar a los trabajadores del patio taller sobre el cuidado del entorno a través de la ejecución de acciones que impactan positivamente en nuestro planeta.
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